Van Gogh. se sabe que a los nueve años empezó a dibujar, su vocación se hizo presente cuando ya tenía 27 años de edad y no se sentía atraído por el aprendizaje académico. Cierto es que se inscribió en escuelas de pintura y practicó formalmente, junto a los pintores, pero no llegó a familiarizarse con esas técnicas , prefiriendo seguir descubriendo por si mismo los secretos del arte.
En la correspondencia que le dirigía a su hermano Theo, hay múltiples testimonios de que le agradaba no haber aprendido a pintar, porque eso le concedía una libertad que de otra manera no habría tenido. Quizá debido a esta carencia de técnica, Van Gogh pudo desarrollar sus propias concepciones del arte.
La falta de las pequeñas victorias, hacen que Vincent Van Gogh viva intensamente sus propios dramas y los de la gente humilde que frecuenta. Rechazado por la sociedad burguesa a la que había pertenecido, se margina de ella y busca primero encontrar refugio en el misticismo y en las actitudes mesiánicas; este contacto, le hacen redescubrir su vocación, la que jamás abandonará.
A través de las 668 cartas a su hermano Theo, se puede sentir con dramatismo creciente la angustia del artista que no encuentra la forma que dé sentido a la pasión que infunde a sus cuadros. Y se puede igualmente disfrutar con el pintor los placeres reservados al creador, cuando este logra con un golpe de luz, con una pincelada o con una teoría sobre la composición resolver los pequeños y grandes problemas de llenar con arte el blanco lienzo que tiene enfrente. Pero hay algo más en las Cartas a Theo que hace de esta obra una pieza de valor humano excepcional: subyacente, confundido con la pasión creadora, y hasta en cierta medida responsable de la misma , se halla el amor fraterno, la confianza en el destino de un hombre y el deseo de creer en algo tan vertical como la convicción de ser artista.
"..Puedo ciertamente , en la vida y en la pintura privarme de Dios, pero no puedo, en mi sufrimiento, privarme de algo más grande que yo y que es mi vida: la potencia de crear...". El intenso colorido, la brillante luminosidad, ya se han instalado plenamente en la obra de Van Gogh, cuando abandona Paris después de conocer a la nueva corriente de los impresionistas, buscando el sol , el encuentro consigo mismo, la plena expresión de su arte, de su forma de vida y de su comprensión del universo; su obra se encamina directamente al expresionismo. Pero es allí también donde se resiente su salud, donde todo hace crisis.; no exagera cuando dice "....eso no me ha costado a mi más que mi esqueleto bien arruinado, mi cerebro bien chiflado...".
A partir de entonces se producirá el desquiciamiento total en la vida de Vincent van Gogh: pasará de un hospital a otro, de una crisis a otra, de la esquizofrenia a la demencia, del terror a la impotencia. Y sabrá asimismo del escarnio, la persecución y la condena , aprenderá a amar a los seres que como él, faltos de razón y expuestos al abandono dentro del manicomio, establecen fuertes lazos para contrarrestar su debilidad; aceptando con deslumbrante lucidez su nueva condición: "Pienso asumir sin rodeos mi oficio de loco", con tal de continuar pintando como quiere. Ya para entonces ha creado su propio mundo lleno de colores, de luces, de incendios, donde nadie que no sea artista puede penetrar porque en vista de que el mundo tranquilo y formal en que debía desempeñarse lo marginó, hizo aparte el suyo, de dimensiones y profundidades distintas a las "normales", donde todo es posible, incluso el suicidio.
En la correspondencia que le dirigía a su hermano Theo, hay múltiples testimonios de que le agradaba no haber aprendido a pintar, porque eso le concedía una libertad que de otra manera no habría tenido. Quizá debido a esta carencia de técnica, Van Gogh pudo desarrollar sus propias concepciones del arte.
La falta de las pequeñas victorias, hacen que Vincent Van Gogh viva intensamente sus propios dramas y los de la gente humilde que frecuenta. Rechazado por la sociedad burguesa a la que había pertenecido, se margina de ella y busca primero encontrar refugio en el misticismo y en las actitudes mesiánicas; este contacto, le hacen redescubrir su vocación, la que jamás abandonará.
A través de las 668 cartas a su hermano Theo, se puede sentir con dramatismo creciente la angustia del artista que no encuentra la forma que dé sentido a la pasión que infunde a sus cuadros. Y se puede igualmente disfrutar con el pintor los placeres reservados al creador, cuando este logra con un golpe de luz, con una pincelada o con una teoría sobre la composición resolver los pequeños y grandes problemas de llenar con arte el blanco lienzo que tiene enfrente. Pero hay algo más en las Cartas a Theo que hace de esta obra una pieza de valor humano excepcional: subyacente, confundido con la pasión creadora, y hasta en cierta medida responsable de la misma , se halla el amor fraterno, la confianza en el destino de un hombre y el deseo de creer en algo tan vertical como la convicción de ser artista.
"..Puedo ciertamente , en la vida y en la pintura privarme de Dios, pero no puedo, en mi sufrimiento, privarme de algo más grande que yo y que es mi vida: la potencia de crear...". El intenso colorido, la brillante luminosidad, ya se han instalado plenamente en la obra de Van Gogh, cuando abandona Paris después de conocer a la nueva corriente de los impresionistas, buscando el sol , el encuentro consigo mismo, la plena expresión de su arte, de su forma de vida y de su comprensión del universo; su obra se encamina directamente al expresionismo. Pero es allí también donde se resiente su salud, donde todo hace crisis.; no exagera cuando dice "....eso no me ha costado a mi más que mi esqueleto bien arruinado, mi cerebro bien chiflado...".
A partir de entonces se producirá el desquiciamiento total en la vida de Vincent van Gogh: pasará de un hospital a otro, de una crisis a otra, de la esquizofrenia a la demencia, del terror a la impotencia. Y sabrá asimismo del escarnio, la persecución y la condena , aprenderá a amar a los seres que como él, faltos de razón y expuestos al abandono dentro del manicomio, establecen fuertes lazos para contrarrestar su debilidad; aceptando con deslumbrante lucidez su nueva condición: "Pienso asumir sin rodeos mi oficio de loco", con tal de continuar pintando como quiere. Ya para entonces ha creado su propio mundo lleno de colores, de luces, de incendios, donde nadie que no sea artista puede penetrar porque en vista de que el mundo tranquilo y formal en que debía desempeñarse lo marginó, hizo aparte el suyo, de dimensiones y profundidades distintas a las "normales", donde todo es posible, incluso el suicidio.
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